Ponente
Descripción
Transcurridos cuatro años del inicio de la pandemia, la situación de la economía mundial refiere a una etapa de lenta recuperación del crecimiento acompañada de un incremento de precios y una subida rampante en los niveles de deuda. Al inicio del 2023 se registraron alzas de precios que alcanzaron máximos históricos en Europa y Estados Unidos, mientras que en las economías latinoamericanas los indicadores no llegaron a los niveles vistos en la década de 1980, pero mantuvieron una escala que hizo resucitar el fantasma del ascenso de precios de mercado que tantos perjuicios trajo para la población de la región.
La crisis que enfrenta la economía mundial no es el simple resultado de la pandemia, si bien, las restricciones sanitarias agudizaron la situación recesiva, la caída del crecimiento ya se venía manifestando desde el colapso de la economía en 2007. Se identifica una crisis profunda dentro del sistema, una tendencia persistente a mantener el estadio recesivo y soportar el crecimiento con el acelerado aumento de los pasivos públicos y privados, mientras que las políticas económicas instrumentadas habilitan y disponen de espacio de rentabilidad al capital para soportar el modelo de acumulación, aunque esto se resuma en la destrucción de fuerzas productivas y el desempleo de millones de trabajadores en el planeta.
Tratando de mejorar las condiciones de la economía global, la respuesta de los bancos centrales y de las autoridades monetarias ha sido incrementar la tasa de interés pretendiendo con ello limitar la cantidad de dinero en circulación, restringir el consumo de los hogares, contener el incremento salarial, así como reducir y controlar el nivel del gasto público. La tradicional aplicación teórica del monetarismo no ha sido suficiente para revertir la compleja situación de la economía mundial y dista mucho de ofrecer una posición teórica alternativa. Aunque se pensó que la suba de precios era algo transitorio, con las políticas restrictivas solo se ha estancado el crecimiento y las proyecciones del futuro no visualizan una mejora sustancial de las condiciones descritas, tal como lo afirma el Fondo Monetario Internacional (FMI) (2024a) en sus perspectivas de crecimiento económico a 2029.
Los Estados han adoptado una nueva dinámica en la planeación de la economía: dar sustento a la economía de mercado mediante el uso de recursos públicos para el rescate y saneamiento de entidades privadas. Desde el Estado se instrumentan las medidas de política económica que soportan el modelo: tratados de libre comercio, regímenes fiscales especiales y laxos para los grandes capitales, estructuras jurídicas que promueven las actividades empresariales contaminantes y depredadoras del medio ambiente, así como una sostenida política laboral que debilita el poder sindical y mercantiliza los derechos de los trabajadores
Otro aspecto para resaltar es que la deuda pública y privada de muchas economías se mantiene al alza y en los próximos años el indicador podría salirse del control de los tesoros nacionales ante su inminente insostenibilidad. La deuda, entendida como un activo que lejos de apoyar el desarrollo de la base material y de infraestructura de la sociedad, se ha convertido en un instrumento valorizado en los mercados financieros, dando ganancia a los inversionistas que adquieren los pasivos pero que compromete del futuro de las naciones.
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